Los Restos de un Naufragio....


Mauricio Odremán junto al artísta Plástico Eustiquio Cedeño. Este muestra
orgulloso su retrato de Vanessa Marie, Nieta de Odremán.

Los Artistas Plásticos Eustiquio Cedeño y el Cinetista Tito Ciuffi, a la derecha.
Tito Ciuffi fué dueño de una fabulosa marquetería ubicada
frente a la iglesia de las Mercedes en el Boulevard Panteón,
del casco histórico de Caracas...

Peña y lugar de reunión de fabulosos artístas.




Fotos de la casa de Gozalo Barrios Pérez, "Zoes", en Galipán.
Una de las labores encomendadas por Zoes a Mauricio Odremán -"El Gran Quirón"- como
le llamaban, fué al misión de dar un nombre poético y metafísico
a los diversos espacios de la finca de Zoes.
Fue así como surgió "El jardín de las Piedras Soñadoras",
Un sueño de Zoes al que Maurcio Odremán le dió nombre...
aunque pocos recordemos este hecho hoy en día.

La Pintura de Mauricio Odremán

Mauricio Odremán,
Sin Título.

Comienzos de la década de los 90. Siglo XX
Cineasta, Poeta, Escritor, Periodista, Locutor... José Mauricio Odremán Nieto dedicó su vida a la obra de divulgar un mundo paralelo, armónico, fantástico. El mundo futuro de un ser humano que llega por fin a encontrarse con su Dios, con todos sus dioses... los saluda y los invita a disfrutar del universo que crearon para sus hijos en sus sueños...
Un mundo cuyos límites internos se desvanecen y se llevan consigo a la represión, al temor, al odio... a las miserias de mismo ser que es capaz de soñar con el mundo de sus dioses, y que es capaz de anhelar llegar a ellos.

Pero para los que nos quedamos en este tercer planeta de este sistema solar que navega en la cola de esta galaxia.. persiguiendo el sueño de una estrella llamada Alfa Centauro, la visión de ese otro mundo paralelo al nuestro puede sembrar el terror, marcar la huida, levantar el grito... y mientras seguimos batallando por lograr definir nuestro camino por la vida, cabe preguntarse, al ver los fragmentos desperdigados de la obra de Mauricio Odremán, si acaso es cierto que este universo es una imagen en el sueño de un ser omnisciente, o es esa búsqueda antigua de la trascendencia lo que define la cartografía de los sueños de aquellos que levantan la vista en la noche, y sienten hambre de estrellas... Acaso sea todo parte del mismo sueño... ¿pero entonces quién sueña?

Y tal vez sea mejor que el propio Mauricio sea quién nos guíe hasta la puerta que abre ese camino percepción afuera, percepción adentro...

A continuación presentamos una combinación poética de algunas fotografías de pinturas realizadas por Mauricio Odremán entre la década de los setenta del siglo XX, y los primeros años del siglo XXI, narradas por el poema en Prosa "Los Restos de un Naufragio, que pertenece al poemario "los Cantos del Crepúsculo", de Mauricio Odremán, Editado por Editorial Huaya Pren C.A.

Cabe destacar que esta editorial pertenecía al fondo editorial Caracola, bajo la conducción del Escritor Humberto Gómez García. Esta organización funcionó en el estado Vargas hasta que la vaguada de 1999 se llevó sus archivos.
Lamentablemente también causó la desaparición de algunos amigos y colaboradores de esta comunidad poética.
Actualmente, el escritor Humberto Gómez García vive en Caracas, y coordina el fondo editorial de la UBV.



Mauricio Odremán,
Sin Título.
Comienzos de la década de los 70. Siglo XX

LOS RESTOS DE UN NAUFRAGIO
Fragmento de "los Cantos del Crepúsculo"
Mauricio Odremán

1
Hay una oscura mansión que parece surgir
del cielo del afecto y. es como la maraña de los
restos de un naufragio. Ante ella comenzamos
a gritar como gaviotas deslizándonos
con la velocidad con que se vuela, sobre los erosionados
esqueletos y todos esos aparejos dispersos en el
océano. Hemos encallado al fin en el corazón
de los sargazos perdiendo esa engañosa seguridad
de las alturas y solo queda un resplandor de llamas
por el fondo de tus ojos...

Mauricio Odremán,
Sin Título
Oleo sobre Tela.

Hacia finales de la década de los 90. Siglo XX

Y es que hoy has vuelto con la flor amarilla
y preocupados asistimos al juego de tus manos
en torno a la palidez de los capullos, entre la
dura realidad de una vegetación metálica. . .
Entonces es terrible el descenso hacia la niebla. . .
Pero, como por milagro aparece una fina escarcha
que se desliza sobre raros ornamentos, humeando
y desvaneciéndose, encima de las piedras, del
ocre al naranja, del azafrán al rojo vivo y hasta
en medio de destellos de plata, cuando
las alas se aferran al viento de la noche.

Más tarde se abre un único ojo como una
ventana a la oscuridad y hay una caída larga y
libre explorando las nubes del dolor… Ahora,
a pesar de todo, el amor abriga la germinación
de las caricias y hemos de flotar sin que cosa
alguna tenga demasiada importancia.

Mauricio Odremán,
Sin Título.
Oleo sobre Tela.

Hacia finales de la década de los 90. Siglo XX

Y la melancolía de una ciudad en ruinas se
atraviesa, sumergida en la niebla de los recuerdos,
en este cielo de todo lo improbable.

Es aquí donde hemos decidido descansar,
sobre el espectáculo que monta el viento del
Norte, posando las quebradas alas, mientras
los navíos de los insectos descienden desde el
sol. . . y al aliento de la vida atrapado en las
corrientes, con los miembros agitados, sin
defensa, vamos cayendo hacia el horizonte
salvaje de los ensueños.

Y aun continuamos descendiendo. . . entre
la misteriosa danza de las luciérnagas . . . Con
los ojos llorando por la fuerte brisa, debatiendo
como peces en las aguas profundas, añorando
ruinosas estructuras dc un pasado que es como
los restos de un gran naufragio.

Mauricio Odremán,
Retrato de una amada
Oleo sobre Tela.
M
ediados de la década de los 90. Siglo XX
Con todo, hemos llegado mas cerca del sol
observando la nave estrellada de los esfuerzos
y comenzamos a aspirar la brisa extraña del
planeta, y hay un gran camino largo, y una
estela dc luz, y hasta el rumor de una esperanza
alada.

II

En el espejo del rocío el sol insiste
sobre extendidas alas, entre chispeantes destellos, y así, el
andamiaje de mercurio se sumerge hasta el fondo.
y viene algo como un polvo de humo que se va
posando lentamente, y hay fragmentos
de mariposas atascados en el lindero de las cosas.

Sin embargo, hay que intentar el vuelo,
atravesando muros, abandonando la flor a las íntimas
penas y sentados en el mismo borde,
como mojando los dedos en el agua de las lluvias, sentir
el arco del acero bostezando en las espaldas.

Viene la bruma y un cielo enajenado se abre
hospitalario, del sol baja algo como una nave
solitaria, gigantesca cosa que parece emerger
de un océano, semejante a un destrozado halcón
que arrastrado por las turbulencias del Tiempo
descendiera hasta los restos del naufragio, gritando
como pájaro extraviado se posa sobre la osamenta
carcomida de los escombros perdidos en lo alto.
Encallados allí nos reconocemos y llorando de
alegría, en medio del viento huracanado, nos
regocijamos.

Mauricio Odremán,
Sin Título.
Hacia finales de la década de los 90. Siglo XX

En medio de las charcas olorosas a sombra,
se siente como un desplegar de alas
y la sensación oscura de ser los amos de todas las cosas
en tanto que nos enceguece el reflejo de un cielo
con resplandores dorados. . . . Abajo espera la
alfombra roja de las esperanzas vegetales
y cantamos los mismos versos sin palabras coherentes . ..
y con los cantos llega algo eléctrico
que estremece el aire con vibraciones, y en la bruma de
esta alborada todos los rincones contienen
penumbras y encontramos tapices extraños
cubriendo los viejos muros y unos colores
cambiantes en los ojos de las doncellas. . . y así
el intento de vivir en un mundo real se desvanece.

No queremos mirar hacia los grandes muelles
que bordean este no del olvido. Y es que nadie
quiere asistir a la partida de la nave
de la desesperanza, con sus velas plegadas
y sus aparejos melancólicos sumergiéndose
en una noche llena de corrientes que conducen
a los mares desconocidos.

Mauricio Odremán,
Sin Título.
Mediados de la década de los 80. Siglo XX

Una tempestad de polvo mantiene las almas
encadenadas, prisioneras, convertidas en esclavas,
en una metrópoli adornada por ídolos obscenos. . .
Y cuando llega el alba con su cortejo de bruma
nos descubrimos navegando, como por arte de
magia, en un mar adornado de corales. . . y el
casco de nuestra nave rompe aun las olas de la pena
y el agua es como lagrimas de esas estrellas que
rcsplandecen hospitalarias. . ..

Ill

. . . . Y ahora se escucha un cántico apresado
entre todos los vientos proclamando la sagrada
erección, los anhelos del retomo,
un nuevo comienzo entre distantes coordenadas. . .
y es en ese remote guijarro de los recuerdos,
en un espacio perdido en la ausencia,
extraviado en el llanto de las estrellas,
donde buscamos en el rito de la
danza la compensación ajena a la muchedumbre.

Todos se niegan ahora a embestir los cielos
desconocidos, nadie quiere correr el riesgo de
navegar por lo ríos de la esperanza sin lanzarse
a la aventura de explorar selvas apasionadas,
como si todos hubieran envejecido al escapar
de la protección de las fuerzas de la vida, y así
andan con las escafandras cubiertas de cicatrices
emprendiendo viajes solitarios en la contaminada
atmósfera del aburrimiento, confiados solamente
en las desteñidas auras que los envuelven. . .

. , . . Y todos están preguntándose el por que
de estas naves destrozadas, las causas del regreso
con las manos vacías y el cuando de este gran
naufragio que sobrecoge los corazones de los
antiguos navegantes, ahora acobardados que están
olvidando los sueños abandonados entre los
pliegues del tiempo ....

Mauricio Odremán,
Sin Título.

Comienzos de la década de los 90. Siglo XX
Hay como una enfermedad de amor por
los fantasmas y nadie podría asegurar si los
recuerdos que bailan bajo la lluvia fueron los
asesinos de las cosas. . . Solo queda echar un
anda en esos arrecifes de anhelos inconclusos
y quizás, antes de un final confuso, conducir
a un mundo nuevo todo el fuego que arde en
las angustias....

Porque es precise abandonar los planetas
sombríos donde el sol se niega a ser idolatrado
y aunque luces mortecinas nos atraigan hemos
de seguir buscando, entre multitud de sueños,
el lugar exacto donde una vez naufragaron
la voz y la palabra . . . Y así de nuevo intentar
ascender hasta los ojos de la vida aunque solo
sea para descubrir que la lluvia ha destruido
los sembradlos y que los vientos soplan otra
vez en dirección contraria. . . .

Por eso insistimos en el vuelo, soplando en
los hornos de la noche con los aires de una
nueva madrugada, y hay una nave desgarrada
que intenta posarse, una vez mas, en las canden-
tea arenas de las sonrisas, descubriendo que
aun quedan hermosos mundos que se abren
para absorber todos los andamiajes de los
sueños.

Mauricio Odremán,
Sin Título.
Hacia finales de la década de los 90. Siglo XX

Comentarios

Anónimo dijo…
Es un privilegio pertenecer a esta familia de seres tan especiales.Jesus papá esta disfrutando de su obra que tambien es tu obra.....
América
Tan amigo que fui de Mauricio y recién ahora es que me entero de este Blogge que recoge la obra plástica, poética y cinematográfica de tan recordado camarada. Eso me alegra, semejante iniciativa permite mantener viva esa memoria y la obra creativa de este magnífico personaje.
Cuando me enteré de su muerte -creo que fue uno de sus hijos que me lo comunicó- me dolió profundamente y le escribó por la revista Caracola un pequeño trabajo que titulé: Adiós a Mauricio Odremán, el último vikingo". Esa fue la forma que se me ocurrió para rendirle un póstumo homenaje a tan querido amigo y camarada.
Hoy lo puedo apreciar en algunas facetas pocos conocidas y su obra bastante condensada. ¡Buen trabajo, los felicito!
Mauricio escribió por Caracola algunos trabajos, eso también me reconforta. Sus obras, narraciones, cuentos, prólogos de libros -por cierto me prologo un poemario muy bello: Magia de luna roja.
Ya me lo imagino por esos mundos siderales, montando exposiciones de pintura, haciendo recitales y cafés literarios, filmando las maravillas del universo, porque hombres como él, sencillamente, son inmortales, no sólo porque se arraigaron en nuestros corazones sino por esta tecnología que los proyecta más allá de sus fecundas vidas.

Humberto Gómez García
Caracas, 20 de octubre de 2008

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